Recientemente el Ministerio de Salud ha emitido una alerta por el aumento de casos de coqueluche en menores de 4 años en Chile, al respecto es importante reforzar algunos conceptos y criterios mínimos de cumplimiento para un mejor vivir en comunidad.

Primero que todo hay que señalar que la Tos Convulsiva o Coqueluche es una infección respiratoria provocada por una bacteria llamada Bordetella pertussis.

Los brotes de Tos Convulsiva, también conocida como tos ferina, se producen principalmente por una baja tasa de vacunación en la población, resistencia a las vacunas, o la presencia de comunidades con acceso limitado a servicios de salud. En el mundo en general se ha observado un aumento en el número de casos de esta y otras infecciones respiratorias después de terminada la epidemia por Covid-19 apuntando como principal motivo la disminución en la cobertura inmunizadora.

Dentro de nuestro rol como profesionales de la salud cabe el de comunicar de manera clara y constante la importancia de mantener los programas de vacunación vigentes, son sin duda la herramienta más efectiva para prevenir brotes y proteger la salud pública. La vacunación no solo beneficia al individuo, sino que también cumple una función de compromiso social, pues ayuda a crear una comunidad más segura y resistente ante enfermedades contagiosas.

Asimismo, es imprescindible combatir las fake news y la desinformación sobre las vacunas, que generan dudas y temores injustificados. La vacunación contra la tos convulsiva, específicamente mediante la vacuna DTaP (difteria, tétanos y pertussis acelular) para niños y la Tdap para adolescentes y adultos, es altamente eficaz. Aunque ninguna vacuna ofrece una protección absoluta, la inmunización reduce significativamente el riesgo de contraer la enfermedad y puede prevenir o disminuir la gravedad de complicaciones como: neumonía, convulsiones, hemorragias cerebrales, oídos infectados y pérdida de audición, y complicaciones en lactantes pequeños, como apnea (pausas en la respiración) que pueden ser potencialmente mortales en los más vulnerables.

La vacunación, por tanto, no solo protege al individuo, sino que también ayuda a reducir la transmisión del agente infeccioso en la comunidad, contribuyendo a la salud colectiva y a la prevención de brotes masivos.

El programa nacional inmunización contempla la vacunación a los 2,4 y 6 meses y refuerzos a los 18 meses, primero y octavo básico, además de embarazadas a partir de la semana 28 de gestación, solo el cumplimiento de estos compromisos nos puede dar garantías sanitarias y tranquilidad personal de haber optado por las mejores oportunidades para una buena salud de nuestras hijas e hijos.

Por Jaime Schifferli Campos, director carrera Tecnología Médica de la Universidad Santo Tomás Puerto Montt.