El impacto de la seguidilla de secuestros: Alerta por «cambios en la vida cotidiana»

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La crisis de seguridad que vive el país, continúa siendo uno de los principales temas de preocupación ciudadana, acrecentada por los episodios de secuestros que se han registrado en las últimas semanas; un delito ligado a la instalación del crimen organizado.

El caso más bullado ocurrió la semana pasada, luego que secuestraran al empresario Rudy Basualdo en Rancagua, y cuyo rescate implicó un pago por parte de la familia. La información fue revelada por la ministra del Interior, Carolina Tohá, lo que abrió, en paralelo, un revuelo por la entrega de aquella información, por lo que incluso los diputados de RN buscan impulsar -entre otras razones- una acusación constitucional en su contra.

Así, en medio de la tensión política, la lista de este tipo de hechos no cesa: el jueves fue liberado un hombre de nacionalidad colombiana que el día anterior había sido secuestrado en Estación Central; aunque según se conoció, no hubo pago por su rescate. En tanto, en Iquique, también se registraron episodios similares, y en uno de esos casos, la familia pagó $10 millones por su rescate.

Este tipo de hechos recibe la denominación de «secuestro extorsivo», esto es, mantener a una persona en cautiverio -por varias horas o incluso días-, para exigir un pago por su liberación.

El Gobierno, en tanto ha defendido la reacción que han tenido para hacer frente a estos delitos. La semana pasada, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, recordó que este año se aprobó la ley que aumenta las penas por secuestro, mientras que el fiscal nacional, Ángel Valencia, apuntó a que están adaptando las formas para enfrentar este tipo de situaciones y trabajando de manera coordinada.

Expertos advierten que es clave que la ciudadanía comprenda este fenómeno, y alertan sobre la evolución que ha tenido este tipo de delitos y la eventual imitación de estos hechos por parte de bandas locales; escenario que podría incluso incidir en la modificación de las conductas de la vida cotidiana, tal como se han visto en otros países donde los «sujetos de interés» de los secuestradores hoy toman todo tipo de medidas para evitar ser una nueva víctima.

Secuestro exprés en Chile

Hay otro tipo de secuestro, llamado «exprés», que también se ha registrado en el país, y que no es nuevo. Esta modalidad de delito implica la privación de libertad que se ejecuta en contra de una o más personas, de corta duración, y que con ello se busca obtener algún tipo de beneficio económico por parte de la víctima o sus familiares.

La experta en materias de seguridad de AthenaLab, Pilar Lizana, recuerda que en Chile, hace poco más de una década, las bandas que protagonizaban este tipo de hechos operaban así: «unos diez minutos antes de la medianoche te llevaban a un cajero a sacar dinero, y pasado la medianoche, iban a otro para que retiraras más plata». No obstante, agrega la experta, el aumento de las medidas de seguridad en torno a los cajeros automáticos desincentivó este tipo de prácticas delictuales.

Pero esta modalidad de delito, ha encontrado la forma de adaptarse a los tiempos actuales. La semana pasada, se conoció una denuncia de un presunto intento de secuestro exprés en el contexto de un viaje solicitado a través de la aplicación Uber. En una carta enviada a El Mercurio, Cristián Steffens acusó que su hijo habría sido víctima de este delito al salir de un centro de eventos en Ciudad Empresarial, aunque desde la empresa afirmaron que la persona «no habría abordado el vehículo».

El hecho, de todos modos, reabrió el debate por las medidas de seguridad que manejan las empresas de transporte privado para la selección y control de sus conductores, mientras que en el Parlamento, los miembros de la comisión de Transporte apuntan a que la «Ley Uber» mejorará la seguridad de los usuarios. Antes del 19 de enero de 2024, el Ministerio del Trabajo deberá ingresar el reglamento de la normativa, que entre otras cosas, obliga a que cada seis meses, los conductores entreguen certificado de antecedentes.

Secuestro extorsivo y las siguientes «etapas»

Lizana remarca que «el secuestro en si mismo, no tiene como objetivo la muerte de la víctima, lo que quieren los captores es el dinero. Ahora, sí es cierto que puede pasar que puede morir la víctima, eso es real».

En el caso del secuestro de este tipo, las organizaciones criminales deben contar con algunas condiciones especiales y un tipo de coordinación concreta para poder mantener a la víctima por un periodo más largo en cautiverio. «Necesitan un lugar para mantener a la persona, algunos que cuiden ese lugar, alimento, agua y un baño. Se necesita una estructura para el secuestro», precisa la experta.

Y esa estructura, agrega, será la que se comenzará a observar en Chile, «de la mano de toda la influencia del crimen organizado proveniente desde el extranjero que ha llegado al país». Lo anterior, de todos modos, no quiere decir que sólo las personas del extranjero cometan estos delitos, sino que se pude empezar a ver que las bandas locales comiencen a imitar estas conductas o a formar parte de estas organizaciones.

«Estamos en una primera etapa, donde principalmente hemos visto personas extranjeras, porque esta es la influencia regional que está llegando a Chile, pero eso no significa que el delincuente local no vaya a integrar una banda que se dedique a esto. Podemos comenzar a ver también bandas integradas por chilenos y extranjeros, o bandas de chilenos que sumen esto a su catálogo delictual», comenza Lizama.

Lo anterior, sin contar las operaciones que son coordinadas desde la cárcel, donde también existe un problema de traspaso de información o captación de delincuentes novatos para integrar organizaciones.

Alteración en la vida de los «sujetos de interés»

Lizama comenta que no hay dudas que en Chile, la criminalidad y los niveles de violencia están avanzando. «Hace 15 años veíamos secuestros para sacar plata de los cajeros y hoy estamos frente a secuestros extorsivos con una capacidad para mantener a esa persona cautiva. Hay aumento en los homicidios, crímenes por ajustes de cuenta cada vez más crudos, entonces efectivamente estamos avanzando en este escenario».

¿Quiénes son hoy las personas más afectadas? Según Lizama, «la preocupación es a todo nivel. Toda aquella persona que pueda pagar por su rescate, va a estar muy preocupada».

No obstante, la experta señala que, efectivamente, en otros países, donde el crimen organizado ha avanzado a niveles más críticos, «existen ciertas características que tienen algunas personas que pueden resultar relevantes para el crimen organizado. En Colombia, por ejemplo, en los campamentos de las FARC encontraban revistas de vida social y había ciertas personas marcadas (…) o en países donde los secuestros han tenido alzas importantes, los ciudadanos han cambiado sus formas de vida», precisa.

Lo anterior se traduce, por ejemplo, en que algunos prefieran «evitar tener una vida muy pública, o llevar a los hijos a los colegios por rutas distintas, algunos tienen seguridad permanente, entre otras fórmulas. Se va generando un cambio en las conductas de las personas, lo que está muy ligado a comprender este fenómeno y definir las características de quienes pueden ser sujetos de interés para este tipo de delincuentes».

De todas formas, la experta aclara que si bien hay personas con mayor poder adquisitivo que pueden resultar más atractivas, «eso no significa que hayan grupos incipientes que vean ese atractivo en otros ciudadanos, porque algunos aspiran a rescates menores o más cuantiosos, dependiendo de la urgencia que tengan por conseguir dinero».

Carlos Silva, Criminólogo y profesor de la Facultad de Derecho de la UNAB, también profundiza en el perfil de las personas que hoy resultan de interés para estos grupos. «Hemos visto que empresarios chinos, que manejan grandes cantidades de dinero en efectivo, han sido víctimas usuales de este tipo de hechos, y si bien estas cosas se pueden prevenir, hay una forma muy cultural en ellos en la forma que tienen para hacer negocios. Lo mismo ocurre con empresarios de la carne o feriantes, y eso hace que en algunos aspectos pueda ser llamativo o tentador tenerlos como víctima».

El docente también advierte que si este tipo de hechos se transforman en un fenómeno generalizado, «claro que existe un cambio en la vida» de las personas. «En México, por ejemplo, algunas personas no sólo usan seguridad privada, sino que también se trasladan en vehículos blindados… es una alteración completa que tiene que ver con este tipo de fenómeno delictivo que, por fortuna, en Chile sigue siendo un hecho de extraña ocurrencia», zanjó.

Fuente: Emol.com