Un reciente estudio científico, iniciado por los reportes de los propios pescadores artesanales, alerta sobre la insuficiencia de las actuales medidas de protección (veda) y abre una ventana de esperanza para la recuperación de esta especie clave para la economía y la cultura pesquera del sur de Chile.
La merluza austral representa un recurso fundamental y emblemático para Chile, no solo porque es el sustento de más de cinco mil familias de las regiones patagónicas del país, sino porque, también constituye un insumo imprescindible en la gastronomía de nuestro país, presente en la oferta de casi todos los restaurantes.
Además, sus exportaciones, que ascienden a más de cuarenta y siete mil millones de pesos anuales, se destinan casi en su totalidad al mercado español, donde este recurso, conocido como “La Merluza de Chile”, se considera un producto premium. Sin embargo, pese a su alta demanda en el ámbito local e internacional, poco se ha comentado sobre que su estado de salud poblacional es crítico y que los pocos esfuerzos por recuperarla han sido insuficientes hasta la fecha.
Un reciente estudio, publicado en la prestigiosa revista científica internacional Fisheries Research, es el resultado del trabajo liderado por el científico chileno Andrés Flores y cuenta con la participación de un equipo de especialistas del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), el Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), el Center of Applied Ecology and Sustainability (CAPES) y la Fundación Innovations for Ocean Action (I4OA).
Este estudio logró demostrar que la actual veda reproductiva de la merluza austral, vigente desde 1996, no coincide con sus períodos reproductivos y, por lo tanto, resulta insuficiente para favorecer la regeneración de la población de este recurso.
En ese contexto, el trabajo titulado “Los indicadores reproductivos ponen de relieve la necesidad de revisar la veda biológica de la merluza austral (Merluccius australis Hutton, 1872) en la Patagonia chilena”, arroja nuevas luces para trazar un camino innovador que permita recuperar este emblemático recurso chileno.
“En aguas abiertas de la Patagonia, donde opera la pesca industrial, el nivel máximo de reproducción ocurre en julio; mientras que, en los fiordos y canales interiores, donde operan los barcos artesanales, esta se retrasa hasta septiembre”, sentencia Andrés Flores, quien cuenta una dilatada trayectoria en biología reproductiva de peces. Esta diferencia revela que la veda, hasta ahora establecida de manera rígida durante el mes de agosto de cada año, no logra proteger eficazmente los procesos reproductivos en ninguna de las zonas de agregación de estos animales.
Para Flores, este proceso refleja un cambio de paradigma: “Tomar en cuenta las inquietudes y preocupaciones de la comunidad pesquera artesanal así como también contar con información histórica colectada por el monitoreo pesquero y evaluación directa ejecutados por IFOP fueron esenciales en este estudio para aportar un insumo clave que permita a la institucionalidad pesquera perfeccionar la forma en que ha venido estableciendo la temporada de veda de la merluza austral y avanzar hacia un manejo más sostenible”.
Esta investigación, además de ser innovadora desde el punto de vista científico, nace de saber escuchar las inquietudes y observaciones realizadas por los pescadores artesanales de la Federación de Hualaihué, ubicados en la Región de Los Lagos. Manuel Martínez, coordinador de programas de I4OA y coautor del estudio, destaca que este trabajo surge de una inquietud del sector pesquero artesanal.
“Desde hace mucho tiempo, los pescadores de Hualaihué han alertado sobre la captura de hembras maduras en septiembre. Gracias a que ellos se mantuvieron activamente comunicando lo que veían en el agua, nosotros pudimos enterarnos de esta problemática. Ello nos llevó a abordarla científicamente y, como resultado, hoy podemos darles la razón y decir, con pruebas sólidas, que es imperativo revisar la veda. Por eso, este estudio también es un llamado a reconocer la importancia del trabajo colaborativo entre la pesca artesanal y la academia”.
El estudio propone alternativas que permitirían proteger mejor la reproducción y, por ende, ayudar a recuperar los niveles de sostenibilidad del recurso. Se podría, por ejemplo, ampliar la veda entre junio y octubre o incluso establecer cierres diferenciados para las aguas exteriores e interiores.
Para asegurarse de que los resultados puedan traducirse en decisiones concretas, los investigadores han presentado sus resultados al Comité de Manejo y al Comité Científico Técnico Demersal Austral, espacios de gobernanza participativa orientados a asesorar a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura en la toma de decisiones.
Este estudio también lleva consigo un sentido homenaje al investigador y coautor Rodrigo Wiff, quien lamentablemente falleció recientemente. Su compromiso con la ciencia pesquera y su incansable labor por la sostenibilidad de los recursos marinos dejaron una huella profunda en la comunidad científica y en el sector pesquero.
“La publicación se convierte no solo en un aporte técnico para mejorar la gestión de la merluza austral, sino también en un legado que honra la dedicación y visión de Rodrigo, cuya contribución seguirá inspirando futuros esfuerzos por la conservación y el manejo responsable de nuestros océanos”, sentenció Flores.









