Inédito proyecto analizó más de 1.000 estudios de Patagonia chilena para mejorar su conservación

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Es una de áreas menos alteradas y reservorio de agua dulce más importante a nivel global. Con una línea de costa, todavía en condición silvestre, de más 70 mil kilómetros. Alberga la mayor cantidad de áreas protegidas. Pero su importancia se ve hoy amenazada por la pérdida de su carácter aislado, los efectos del cambio climático y especies invasoras.

Por eso, una alianza entre el Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad Austral, analizó cerca de 1.000 estudios interdisciplinarios para establecer una evaluación científica, base de medidas de conservación con enfoque tanto marino como terrestre.

Por mucho tiempo la Patagonia estuvo bien conservada en su diversidad. La lejanía y su carácter remoto eran en gran medida las razones de que mantuviera esa riqueza. Pero esos rasgos hoy están cambiando. El mayor acceso gracias a las carreteras y el aumento del turismo, la convierten en un espacio cada vez más atractivo y concurrido.

A esa vulnerabilidad se suman además otras amenazas, desde las modificaciones que acarrea el cambio climático, hasta el impacto de las especies invasoras, en especial la presente en ríos y sistemas de agua dulce, como truchas y salmones.

La Patagonia ya no se protege sola”, resalta David Tecklin, director del Programa Austral Patagonia (investigación aplicada para la conservacion) Universidad Austral de Chile. Ahora la protección de la Patagonia agrega, depende de las decisiones que se tomen, de la acción de las comunidades, de los servicios públicos y del trabajo que realicen los científicos.

Mar-tierra-sociedad

La convicción de la importancia de preservar su gran diversidad de ecosistemas terrestres y marinos poco impactados dice Tecklin, es lo que gatilló un proyecto pionero en Chile, la Evaluación Científica Regional de Conservación de la Patagonia Chilena. Trabajo interdisciplinario que surge desde la academia, alianza entre el Instituto de Ecología y Biodiversidad y la Universidad Austral, y que analizó cerca de mil artículos científicos sobre la zona, publicados entre los años 1975 y 2018.

De esa investigación, se compiló y extrajo evidencia para elaborar una visión de conservación integral enfocada en las conexiones mar-tierra-sociedad. Trabajo de síntesis que se presentó hoy en Punta Arenas, en un encuentro en que científicos, representantes de las comunidades y organizaciones, debatieron sobre la necesidad de documentar y comunicar el conocimiento actual de la conservación de los ecosistemas terrestres, acuáticos y marinos de la Patagonia.

Juan Armesto, científico del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y académico de la Universidad Católica de Chile, líder del proyecto, destaca la recopilación de información científica en 10 áreas diferentes de conocimiento de la región. Esta recopilación de información se basa en la consulta a un panel de 50 expertos invitados a participar, dirigidos a su vez por un panel de 10 expertos nacionales que supervisaron estos trabajos. “No se había hecho nunca a un estudio a tal profundidad. Hay muchos trabajos de recopilación en distintas líneas, pero no todos tan exhaustivos e interdisciplinarios como éste”, destaca Armesto.

Hay muchos estudios sobre la Patagonia chilena, tanto nacionales como internacionales, “pero nadie los ha juntado en un solo lugar para hacerlos disponible, para poder hacer análisis de los problemas ambientales y poder tomar las mejores decisiones”, señala Tecklin.

¿Por qué la Patagonia? Es una de las zonas menos alteradas a nivel global, resalta Tecklin. “Es uno de los reservorios de agua dulce más importante a nivel global, tanto en reservorio de hielo como de ríos lagos y humedales. Tiene una línea de costa, todavía en condición silvestre, y es la más importante del mundo con 40 mil islas, con más 70 mil kilómetros. También tiene un sistema de áreas protegidas que cubre en la parte terrestre de más de la mitad del territorio, de alguna manera es una región de parques, lo que representa un gran potencial”.

Entre las principales conclusiones del trabajo de recopilación destacan, indica Armesto, que la conservación marina está mucho más desbalanceada que la conservación terrestre, “falta avanzar en la conservación marina”.

El objetivo era lograr una visión lo más integral posible, no sólo hablar de una especie amenazada, sino ver todos los valores de la región, tanto en el mar, en la tierra y lo sistemas que lo conectan. En ese sentido, dice Tecklin es uno problema en los que existe bastante consenso, es el impacto de que tienen las especies invasoras. “Es una amenaza que viene desde adentro y que muchos no lo ven”, resalta.

Específicamente en los ríos y en los sistemas de agua dulce, explica Tecklin, lo más relevante son los salmónidos, las truchas y los salmones. “Lamentablemente la gente ni siquiera se da cuenta que son especies invasoras, pero es un grupo de especies que ha tenido una colonización muy rápida, muy extendida en la región y con gran impacto sobre anfibios y especies nativas, que son dos de los grupos más amenazados en Chile. Tenemos que tomar medidas para abordarlo, parte de eso es identificar las zonas que son más resistentes donde por alguna u otra razón no han llegado todavía las amenazas”.

Difundir esos hallazgos y recomendaciones, dice Armesto, es muy relevante para la comunidad científica, que puede ver y opinar, y decir si hay temas que le parecen más interesantes que otros en términos del futuro de la conservación. “Pero también nos interesa que sea algo que esté accesible para el público, hay ONG, personas de reparticiones públicas, que han venido, hay algunos expertos internacionales y gente de otras universidades. Es necesario siempre pensar en los sistemas ecológicos y su vinculación con los sistemas sociales, ya sean pueblos indígenas o comunidades aledañas, etc. La sociedad tiene que estar involucrada en lo que se refiere a la conservación”, destaca.

Fuente: La Tercera

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