El respiro vendrá por el lado de la inflación y el robusto precio del cobre.

Chile tiene presidente electo. José Antonio Kast se impuso por un amplio margen a la candidata del oficialismo, Jeannette Jara, y asumirá el mando de Gabriel Boric el próximo 11 de marzo.

Desde La Moneda, el republicano deberá enfrentar exigentes desafíos desde el primer día, y uno de los más relevantes será reimpulsar la economía del país. Un tímido crecimiento, cuentas fiscales deterioradas y un mercado laboral alicaído conforman el cuadro más complejo.

Un respiro, en cambio, proviene de la inflación, que —según las proyecciones— llegará al cambio de mando ya prácticamente controlada. A ello se suman los riesgos externos, como las tensiones comerciales y los conflictos bélicos, que seguirán siendo un foco de especial atención para la economía.

Dentro de todas las complejidades económicas que enfrenta Chile, a juicio del consenso de los expertos, el desafío mayor es recuperar el crecimiento económico.

Según las diversas proyecciones, el PIB se expandirá del orden de 2,5% este año y algo menos en 2026. Un desempeño pobre, coinciden los economistas, pero coherente con el PIB tendencial en torno a 2% que estima el Banco Central para la próxima década.

«El desafío en lo económico se resume en uno solo: dinamizar el crecimiento», subrayó a Emol Cecilia Cifuentes, economista y directora del Centro de Estudios Financieros del ESE, poniendo especial énfasis en el crecimiento de largo plazo. «Esa es la variable que permite ir resolviendo todo el resto de los desafíos: generar mejores empleos, salarios y la situación fiscal», añadió.

«El crecimiento es lo que genera inmediatamente un interés por invertir. Cuando hay inversión, porque está aumentando el crecimiento, ocurre que empieza a haber mayor empleo, a las empresas les empieza a ir mejor, aumenta la recaudación fiscal y, por lo tanto, los recursos que tiene el Gobierno para atender las necesidades de la ciudadanía. El carro lo empuja el crecimiento», complementó Nicolás Román, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la U. de los Andes.

La inflación es la otra cara de la moneda. Tras llegar al peak de 14% en 2022 —su nivel más alto en 30 años—, producto de los efectos de la pandemia, la política monetaria restrictiva aplicada por el Banco Central, acompañada por la política fiscal, ha llevado a una inflación a la baja que se espera converja al 3% en el primer semestre de 2026, el objetivo del instituto emisor.

De eso, de hecho, no se está tan lejos. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de noviembre mostró una moderada alza mensual de 0,3%, llevando la inflación anual a 3,4%. Tema aparte es el mercado laboral: ahí sí existen problemas y es uno de los flancos más delicados que enfrentará la administración Kast en materia económica, coinciden los expertos.

La tasa de desempleo en el trimestre agosto-octubre se ubicó en 8,4%, según el INE, encadenando 34 meses por sobre el 8%. Hay en torno a 850 mil personas desempleadas en el país, afectando especialmente a las mujeres, cuyo desempleo bordea el 9%.

Otro tema de preocupación son las finanzas públicas, que llegarán al cambio de mando con un déficit estructural persistente, marcado por reiterados incumplimientos de la meta fiscal, y un nivel de endeudamiento en aumento que cerraría 2025 por sobre 42%. Este último amenaza con superar el límite prudencial del 45% del PIB si no se adoptan medidas correctivas.

Una buena noticia, por otra parte, viene por el lado de las exportaciones, que se espera superen por amplio margen los US$100 mil millones este año, marcando un nuevo récord histórico tras el máximo registrado en 2024.

Esto, de la mano de un cobre —el producto estrella del país— cuyo valor en los mercados internacionales se ubica en niveles nunca vistos, superando los US$5 por libra y con proyecciones alcista para los próximos años, que sitúan al metal en torno incluso a los US$6 la libra, lo que significaría un bálsamo para las arcas fiscales.

La inversión también ha mejorado. Según el informe de Cuentas Nacionales del Banco Central correspondiente al tercer trimestre, la formación bruta de capital fijo creció 10% en el período. “Si uno descuenta el rebote pospandemia, es el crecimiento de mayor magnitud que vemos desde 2012”, señaló el ministro de Hacienda, Nicolás Grau. Ahora bien, varios analistas vinculan este repunte al mejor ánimo de los inversionistas ante el cambio de gobierno.

Además, para los próximos 10 años, la cartera de proyectos de inversión minera suma US$104.549 millones, el mayor nivel registrado en 11 años.

Lo brillante, finalmente, viene por el lado de la bolsa. El IPSA —principal índice de la plaza local— superó recientemente la histórica marca de los 10 mil puntos, ha subido un 50% este año y ha registrado más de 60 máximos históricos, alentado en los últimos meses por las expectativas de un cambio de signo político.

Prácticamente todas las acciones del IPSA se encaminan a cerrar el año con números azules, y varios papeles incluso han duplicado su valor en doce meses, con alzas de tres dígitos gracias a las perspectivas de recuperación económica y sectorial.

En síntesis, para JPMorgan persisten tres desafíos macroeconómicos de fondo: el enfriamiento del crecimiento económico, las dificultades estructurales y cíclicas del mercado laboral y el deterioro fiscal.

Bajo ese escenario, sostiene que «la nueva administración estaría bien posicionada para abordar estos desafíos con rapidez. Un mandato de este tipo podría destrabar mayor inversión y crecimiento potencial, impulsar la creación de empleo y sentar las bases para una trayectoria fiscal más sostenible».

Fuente: Emol.com