El precio del aceite de oliva en Chile se fue a las nubes el año pasado, y desde entonces apenas ha bajado. Algo que seguramente han notado quienes suelen consumir este producto.
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), solo en 2024 el valor del aceite de oliva en el país saltó un poderoso 70%. ¿La razón? Los principales productores —España y Australia— registraron una fuerte caída en su producción debido a los efectos de la crisis climática, lo que generó un vacío que los exportadores chilenos intentaron llenar. Esto, en desmedro del mercado local, presionó los precios.
Sin embargo, este año la crisis de producción se ha ido normalizando, lo que se ha reflejado notoriamente en las góndolas de los supermercados de España. De hecho, diversos medios de ese país han destacado en los últimos meses que el litro de aceite de oliva se puede comprar a menos de 5 euros (unos $5.500), algo no visto en varios años y prácticamente la mitad de lo que se pagaba en 2024.
El más reciente boletín semanal de precios del aceite de oliva del Ministerio de Agricultura español —que considera datos del 6 y el 12 de octubre pasados— muestra un verdadero colapso, con una reducción anual del 42,6% en el precio del aceite de oliva extra virgen. Una caída que, en todo caso, es consistente en todas las categorías del producto.
Así, haciendo un barrido en internet por algunos de los principales supermercados españoles, como Mercadona y Carrefour, los valores por litro de aceite de oliva, dependiendo de la marca, fluctúan en general entre los 4,5 y 6 euros (entre $5.000 y $6.600 aproximadamente), e incluso algunos se comercializan por debajo de los 4 euros (menos de $4.500).
Una situación que no se refleja en Chile. Si bien —según las cifras del INE— el valor del aceite de oliva ha caído este año en comparación con 2024, la rebaja ha sido solo de un 6,4%, lejos de compensar el alza de 70% del año pasado.
Haciendo el mismo ejercicio de revisar los precios en internet de supermercados como Líder, Jumbo, Tottus y Unimarc, se pueden encontrar botellas a precios cercanos a los $5.000, pero solo en formato de 250 ml. En cambio, el valor del litro es prácticamente el triple de lo que se paga en España, fluctuando en general entre los $14 mil y $17 mil. Algunas botellas incluso llegan a los $20 mil, y es raro encontrar una marca bajo los $10 mil.
El debate por altos precios.
Esta persistencia de altos precios ha comenzado a generar debate. En una carta a El Mercurio publicada ayer, Alejandro Tiselj señaló que «hace un par de años el aceite de oliva sufrió una crisis de producción en Europa, lo que hizo subir su precio a niveles prohibitivos para gran parte de la población».
«Pues bien, España, gran productor mundial, hace rato que superó la crisis y pudo bajar su precio al público en supermercados desde 10 euros a 5 euros el litro. En Chile, para la crisis su precio se estableció en unos $18 mil; sin embargo, hoy, sin crisis, sigue costando lo mismo. ¿Cómo se explica esta situación?».
Instalado el punto, otros lectores salieron a responderle este martes. Por la misma vía, Pablo Covarrubias afirmó que «la explicación es muy sencilla: porque los chilenos siguen comprando a ese precio».
«El día que dejen de comprarlo, los productores bajarán el precio para poder vender su producción. Eso está basado en una antigua ley, llamada Ley de la Oferta y la Demanda, que muchos han tratado de derogar, afortunadamente sin lograrlo, y los pocos que lo han hecho, solo parcialmente, han conseguido producir escasez, desabastecimiento y mercado negro», añadió.
Mientras que Pablo Zaror, también en una carta al director, se preguntó: «¿En qué momento el consumidor final puede auditar o cuestionar la estructura de costos de una empresa privada? Cada marca o productor define su margen según su realidad y estrategia».
«En un negocio que fluctúa año a año con el precio de la fruta, la mano de obra o la logística, puede ser perfectamente válido que alguien decida mantener un margen más alto para darle estabilidad y atractivo al negocio. También podría tener que ver con los altos costos laborales o los impuestos. Al final, cada productor pone su precio y cada consumidor elige si compra o no. Así funciona un mercado libre», concluyó.
Fuente: Emol.com