Nuevo método ayudaría a medir niveles de agua en suelos agrícolas

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Científicos mexicanos desarrollaron un sistema de instrumentación
para conocer y modelar la cantidad de agua del suelo con fines
agrícolas, informó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Conacyt) de México.

El sistema emplea la técnica de tomografía de impedancia eléctrica,
que se vale de un radio y la medición de frecuencias, explicó el
investigador José Antonio Gutiérrez del Tecnológico Nacional de
México (Tecnm).

Al sintonizar el radio para operar a diversas frecuencias es posible
estudiar diferentes propiedades de los suelos de cultivo, información
que puede ser utilizada para ahorrar agua, explicó.

Lo que aporta el dispositivo es la posibilidad de observar las
propiedades por capas en la tierra, además de registrar la información
en una base de datos.

La impedancia hidráulica es conocida como la oposición de un
material al paso de la corriente eléctrica.

A través de la impedancia es posible conocer otras propiedades de los
suelos de cultivo como la conductividad hidráulica, el contenido de sal
o la capacidad de recarga.

El proyecto pretende proveer la herramienta para conocer la cantidad
de agua en el suelo y las propiedades de conductividad a fin de poder
controlar y optimizar el recurso hídrico.

En México, el 70 % del agua disponible para consumo se usa en la
agricultura, y de esta se desperdicia más de la mitad por diferentes
causas, incluyendo las malas prácticas de irrigación, explicó este
Consejo.

Esta situación supone un problema para lograr la meta nacional de
ahorro del agua del 2 %, en concordancia con los compromisos
adquiridos por el país, explicó.

Esta cifra que a priori puede parecer ínfima, ha sido considerada por
Gutiérrez como significativa si se tiene en cuenta que en México la
superficie irrigada es más de 30 veces la que se riega en el Reino
Unido.

El ahorro entonces representa casi toda el agua que Reino Unido usa
en un año en sistemas de irrigación.

Cabe destacar que el proyecto está siendo desarrollado en conjunto
con investigadores de la Universidad de Manchester y es financiado
por el Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología y
el Consejo Británico del Newton Fund.