Inflación, demanda externa y vegetarianismo: Consumo de carnes rojas en Argentina cae a su menor nivel en 100 años

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Los argentinos, que durante mucho tiempo han sido de los consumidores de carne más voraces del mundo, ya no están pudiendo darse el lujo de comer su propia carne de res. Así, por múltiples factores, el consumo de carne roja en el país ha caído al nivel más bajo en un siglo.

Culpemos la inflación local desenfrenada, el insaciable apetito por carne de res en otras partes del mundo que aumenta los precios en el mercado trasandino y, en menor medida, un movimiento reacio hacia proteínas más saludables y más baratas. Sea como sea, es un golpe en el estómago para un país que tradicionalmente ha competido con el vecino Uruguay por el título de carnívoro más grande del mundo per cápita.

La carne menos asequible ha creado lo que el presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), Miguel Schiariti, tilde la situación de «casi un desastre para mi generación».

Además, el nuevo presidente de la Nación, Alberto Fernández, cuya labor ya lleva la cicatriz de una reestructuración de la deuda y una economía en necesidad de reactivación, conoce las apuestas políticas y está buscando poner más límites a los precios en los supermercados para que la carne de res sea asequible nuevamente.

Si la historia sirve de guía, las medidas de intervención también podrían erosionar las ganancias de la ganadería en el sexto rebaño más grande del mundo, lo que llevaría a los agricultores a reducir y limitar los suministros del famoso solomillo y cortes de costillas argentinos justo cuando la demanda mundial alcanza niveles récord. La limitación de precios es directamente una jugada del partido peronista de Fernández.

La carne se convirtió en un aspecto controvertido de una estrategia económica centrada en el consumidor cuando Fernández fungía como jefe de gabinete del fallecido expresidente Néstor Kirchner. Cabe recordar que en 2006, Kirchner suspendió temporalmente todas las exportaciones de carne para mantener los precios locales bajo control.

Así, en los 12 años que Kirchner y su viuda, Cristina Fernández, ocuparon el cargo, el consumo interno de carne fue alimentado por prohibiciones periódicas de exportación y precios máximos. Pero esas medidas provocaron que agricultores de las tierras de cultivo pampeanas de Argentina abandonaron el negocio. Los rebaños de ganado disminuyeron y los suministros se redujeron.

La desregulación bajo el predecesor de Fernández, Mauricio Macri, ayudó a la industria a enviar más al extranjero y los rebaños se recuperaron. En ese sentido, si bien más controles podrían ser positivos a nivel político, el alcance del declive y la experiencia pasada sugieren que será tarea difícil que Argentina regrese a su alto consumo de carne.

Fuente: Emol